¿Lograré escribir?


“¿Lograré escribir?”

Tal vez no era el lugar más idóneo pero sus pasos lo llevaron allí. Y allí, permanecía, en silencio, con su libreta abierta, con un lápiz en su mano; pero sin una mera chispa que iniciara una cascada creativa. De vez en cuando, garabateaba, y borraba; volvía a garabatear, y tachaba. Nada era suficiente, nada era su voz. Mecanismo inhibido. Irreversiblemente.

Estático, casi inerte salvo por sus ojos que todo lo observan, salvo por sus oídos que a veces escuchan. Respira suave, cuando es posible.

Tal vez no era el lugar más idóneo y sus pasos comenzaron a alejarlo. Imaginando dragones a ritmo de música, decidió pactar una pequeña tregua consigo mismo. “Thunder, feel the thunder. Lightning and the thunder.”

- ¡Tanto trueno, tanto trueno! ¡Qué repetitivo! – apagó la música. Había llegado a casa.

Se sintió atraído hacia la estantería, donde había depositado su última adquisición. Era una especie de oráculo milenario y decidió jugar un poquito con él… En su mente una pregunta. Tres monedas lanzó al aire, seis veces: Hexagrama 51.




“Trueno continuado: la imagen de la conmoción. 

Así el noble, bajo temor y temblor, 

rectifica su vida 

y se explora a sí mismo.” 

- ¡Tanto trueno, tanto trueno! ¡Qué demonios! – cerró el libro.
De repente, una chispa. No, un estruendo. La cascada creativa parecía volver a fluir. Afuera la lluvia caía con fuerza.

Diego Rico Suárez

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